En el fútbol como en la vida, estar en el lugar y momento indicados es casi tan efectivo como repasar mil veces el libreto de una definición correcta. Y Gustavo Bou combinó todo ayer en el especial partido jugado en La Bombonera. Para él la lluvia fue agua bendita y los 34 minutos que faltaban para completar un encuentro que comenzó dos domingos atrás (y tenía a Boca como ganador por la mínima) le bastaron para ser goleador y figura: para darle a Racing todo aquello que no consiguió en sus últimos partidos de 90’.
El 2-1 que tardó tantos días en certificarse, justamente porque las tormentas obligaron a postergar el duelo hasta ayer, fue todo gentileza de Bou. El delantero se lució con un cachetazo justo al palo derecho de Agustín Orión (tras una gran asistencia de Diego Milito) y luego con un cabezazo a la carrera que lo hizo zambullirse de alegría. Boca, desesperado por un reloj que corrió más rápido de lo normal, apostó todo a una única jugada: los centros para que Chávez, Calleri y cía. encontraran de cabeza lo que tuvieron antes de que Bou cambiara el curso de la historia. Pero la fórmula no dio éxito y el tiempo se agotó.
Racing se llevó tres puntos en poco más de media hora, puntos que le dan aire a Diego Cocca. En cambio para Rodolfo Arruabarrena fue una pesadilla de media hora, que se cargó nada menos que el invicto que tenía (cinco partidos sin perder) desde que asumió tras la salida de Carlos Bianchi.